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Apellido patronímico, derivado del nombre propio de Día o Diego, sin que tengan relación entre sí las distintas familias que usan este nombre. Los del Señorío de Molina vienen del caballero don Alonso D., que fue uno de los trescientos que conquistaron el alcázar de Baeza, en unión de los molinenses del Conde de Lara, quien les concedió privilegios y heredades en la villa de Peralejos. Tuvo este apellido su casa solar en León. Muchos linajes de este apellido probaron su nobleza en las Órdenes de Santiago, Calatrava, Alcántara, Montesa, (corporaciones nacidas para luchar contra los moros, cooperando a la Reconquista, y asegurar el orden, protegiendo a los peregrinos y desvalidos), Carlos III y San Juan de Jerusalén (es una orden religiosa militar fundada en el siglo XI); numerosas veces en las Reales Chancillería de Valladolid y Granada, en la Real Compañía de Guardias Marinas y en la Real Audiencia de Oviedo. Los de León traen por armas: En azur, siete roeles de oro, y por divisa un pelícano resgándose el pecho. Otros traen: Partido: primero, en plata, un león rampante de gules, de cuya garra derecha pende un bastón de oro, perfilado de sable, y bordura de gules, con cinco flores de lis de oro, una en jefe y dos en cada flanco, y segundo, en plata, cuatro fajas ondeadas de azur. El estudio del escudo heráldico familiar nos "habla" de quienes formaron el origen de la familia D., pues esa era su función, la de manifestar a los demás sus elementos diferenciales. Los esmaltes del arma de los D. pregonan los siguientes valores: el Azur corresponde al símbolo del agua, de la continuidad de la vida, es un color de nobleza, belleza, castidad y fidelidad, además otras virtudes caracterizaban a la familia, tales como la abundancia económica,