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Apellido de origen portugués. Don Lope Fernández de L., caballero lusitano, se afincó en La Laguna de Tenerife, después de la Conquista. Una hija suya y de su esposa Doña Francisca Guillén, casó con Don Rodrigo de Arévalo, castellano que se avecindó en Tenerife alrededor de 1510. De dicho matrimonio hubo tre hijos, el primero de los cuales, Don Pedro Fernández de L., que continúa la línea. La familia L. enlazó con apellidos ilustres de la isla de Tenerife, ocupando cargos principales como de Regidor Perpetuo y otros de las Milicias y de la vida civil. Don Domingo Nicolás de L. y Monteverde Molina y Llarena, nacido en La Laguna en abril de 1713, sucesor en los Mayorazgos y representación de su Casa, elegido como noble Hijodalgo notorio en 1754 y Regidor perpetuo de la isla de Tenerife, fue el último vástago de esta familia, falleciendo, soltero, a los setenta y siete años, el 24 de julio de 1790. El estudio del escudo heráldico familiar nos "habla" de quienes formaron el origen de la familia L., pues esa era su función, la de manifestar a los demás sus elementos diferenciales, pues la inclusión del elemento palo es la característica de los nobles de origen militar, (Palos) quiere aparentar los palos del "castrum" (campamento). Los esmaltes del arma de los L. pregonan los siguientes valores: el Azur corresponde al símbolo del agua, de la continuidad de la vida, es un color de nobleza, belleza, castidad y fidelidad, además otras virtudes caracterizaban a la familia, tales como la abundancia económica, la perseverancia, la suerte, la fama y el afán de victoria.